Conectando con la Energía Reiki – Encontrar lo que Funciona para Ti
Cuando empecé a practicar Reiki, todo el mundo me decía: “Solo conecta con la energía”.
Buen consejo, claro… salvo que nadie me explicaba cómo.
Recuerdo estar sentada allí, con las palmas preparadas como una mística de película, esperando algo dramático. Un destello de luz, quizá. Un pequeño coro celestial. Un zumbido sutil del universo anunciándome que ya estaba “conectada”.
En su lugar, hubo… silencio. Y yo. Preguntándome si me había perdido la contraseña del Wi-Fi cósmico.
Así que, como soy una alumnita decidida (y ligeramente obsesiva), me puse manos a la obra. Estudié Reiki en inglés y en español, leí a todos los autores que encontré, comparé métodos, e incluso contrasté traducciones cuando algo no terminaba de cuadrar.
Lo que descubrí no fue un único método rígido, sino una constelación de formas de conectar — todas apuntando a la misma verdad: Reiki te encuentra donde tú estás.
Aun así, hay prácticas tradicionales que nos ayudan a sintonizar más profundamente. A mí me dieron la claridad que buscaba, y espero que al compartirlas le den un empujoncito de confianza a cualquiera que siga ahí sentado, palmas arriba, pensando: “¿Esto está encendido?”
Gasshō – El Corazón de la Conexión
“Gasshō” significa literalmente “dos manos que se unen”.
Es ese gesto de oración tan familiar: palmas juntas a la altura del corazón, dedos hacia arriba. Cuando juntamos las manos, también alineamos la energía del lado izquierdo y derecho del cuerpo — yin y yang, dar y recibir. En esta quietud, la mente se calma, el corazón se abre y la energía empieza a fluir de forma natural.
Al principio pensé que era solo un saludo educado hacia lo espiritual, como dar gracias antes de comer. Pero Gasshō no va de aparentar; va de enfocar. Cuando unes tus palmas, cierras los ojos y respiras despacio, ocurre algo precioso: tu mente, por fin, se sienta y escucha.
Es simple: manos juntas, columna recta, inhalas por la nariz, exhalas por la boca, y te concentras en el espacio entre tus palmas. Ese pequeño bolsillito de aire se convierte en todo un universo de quietud.
Cuando empecé a hacerlo de forma regular, me di cuenta de que Gasshō no trataba de invocar energía, sino de recordar que ya estaba ahí.
Prueba esto: La próxima vez que te prepares para Reiki, junta las palmas, respira hondo y déjate caer en el silencio entre ellas. Esa es tu puerta de entrada.
El Tanden – Donde el Reiki se Vuelve Real
Esta parte me cambió por completo.
En el Reiki japonés, el tanden (o hara) es el centro energético del cuerpo — situado unos dedos por debajo del ombligo. Piénsalo como tu estación personal de energía; donde el arraigo se encuentra con el flujo.
Muchos manuales occidentales lo pasan por alto, y es una pena, porque cuando descubres el tanden, Reiki deja de sentirse “etéreo” y se vuelve maravillosamente corporal.
Así me enseñaron a conectar con él:
Empieza respirando suavemente hacia esa zona — imagina una luz dorada expandiéndose con cada inhalación. Al exhalar, imagina esa luz extendiéndose por tu cuerpo como miel tibia, llenando cada célula.
Ahora, una práctica un poquito más profunda — parte del método tradicional Joshin Kokyū-Hō (el “aliento de purificación”):
Siéntate o ponte de pie cómodamente.
Inhala despacio por la nariz y dirige la energía Reiki hacia tu tanden.
Retén la respiración unos segundos — sin forzar.
Mientras retienes, imagina la energía pulsando desde el tanden por todo tu cuerpo, despertando y energizando cada parte de ti.
Exhala despacio por la boca, visualizando que tu aliento y la energía salen hacia fuera — no solo por la boca, sino también por las yemas de los dedos, las palmas y las plantas de los pies.
Así nos convertimos en un canal claro para Reiki: la energía fluyendo a través de nosotros, hacia el cosmos y de vuelta, en un ciclo calmado e infinito.
Un detallito importante: coloca la lengua en el paladar al inhalar, y déjala descansar abajo al exhalar. Completa el circuito energético y hace que el flujo se sienta sorprendentemente vivo.
Si lo practicas de pie, probablemente sentirás el tanden aún más:
Pies paralelos, a la anchura de los hombros.
Rodillas ligeramente flexionadas, lo justo para notar tu centro bajo el ombligo.
Inhala y exhala de manera uniforme durante unos diez minutos.
Siente cómo la energía y la respiración se mueven juntas — arraigándote, llenándote, fluyendo a través de ti.
Esta práctica de pie no se recomienda para personas con asma o problemas de tensión, pero para la mayoría de practicantes es una forma preciosa de sentir Reiki en vez de simplemente pensarlo.
Cuando experimentas el tanden — ese centro cálido y vibrante de quietud — ya no dependes de lo que otros digan. Lo sabes.
Yo lo uso a menudo antes o durante sesiones de autotratamiento, especialmente cuando trabajo zonas específicas. Me ayuda a sentir la corriente de energía como algo tangible, algo vivo. Y ese, para mí, es el momento en que Reiki se vuelve real.
Joshin Kokyū-Hō
El Aliento de Purificación
Joshin Kokyū-Hō es una de las técnicas respiratorias originales de Usui, diseñada para purificar la mente y el cuerpo moviendo la energía Reiki a través de la respiración. Es una forma suave pero profunda de despejar la energía estancada y reconectar con el flujo de la energía universal.
En la práctica, te sientas cómodamente, columna recta, y llevas tu atención al tanden. Al inhalar, imaginas que atraes luz pura y radiante por la coronilla hacia tu centro. La sostienes un instante — sintiendo cómo la energía se expande — y luego exhalas despacio por la boca, visualizando la luz irradiando desde ti hacia el mundo.
Con cada ciclo de respiración, el cuerpo se relaja, la mente se aquieta y Reiki fluye con más libertad. Muchos practicantes lo usan como meditación diaria — no solo para “limpiar” el cuerpo energético, sino para recordar que Reiki no es algo que hacemos; es algo que somos.
Visualización e Intención
Reiki sigue al pensamiento. Si te sientas, respiras y simplemente piensas: “Intendo conectar con Reiki para el bien más elevado”, la energía empieza a fluir. Es así de sencillo — pero a nuestro cerebro humano le encanta complicarlo todo.
Cuando empecé, analizaba cada posición de manos, cada rayo imaginado. Me preocupaba que si no visualizaba el tono correcto de dorado, el universo mandaría mi sanación a otra persona por error.
Spoiler: no lo hará.
Ahora simplemente me relajo. Respiro, visualizo luz entrando por la coronilla y fluyendo hacia mis manos, y dejo que se expanda hacia fuera. Eso es todo. Reiki hace el resto.
Prueba esto: Antes de empezar una sesión, respira despacio y fija tu intención: “Que Reiki fluya a través de mí para el bien más elevado”. ¿Notas ese cambio? Ahí está formándose la conexión.
Profundizar la Conexión con los Símbolos
Una vez que estás asentada en tu respiración y conectada al tanden, puedes profundizar aún más usando los símbolos Reiki. Son como llaves — cada uno desbloquea una frecuencia o aspecto de la energía.
Antes de cualquier técnica de Reiki-hō, me gusta dibujar o visualizar los símbolos suavemente en mi mente, como afinar un instrumento antes de tocar. No se trata de hacerlo “perfecto”; se trata de alinear tu intención con la vibración de la energía que estás invitando.
Tanto si usas los símbolos tradicionales como si usas otros con significado personal, deja que te guíen de vuelta a ese espacio tranquilo y centrado del tanden. Desde ahí, Reiki fluye sin esfuerzo — tú, la energía y el universo moviéndose juntos como uno.
Hacerlo Tuyo
Después de estudiar distintos sistemas e idiomas, me di cuenta de que no hay una única forma “correcta” de conectar — solo está tu forma. Puede que Gasshō sea tu favorita. O quizá conectes mejor a través del sonido, la respiración o el movimiento. Reiki no juzga. Fluye a través de la sinceridad, no de la formalidad.
Así que, si aún lo estás averiguando, recuerda esto: no existe la policía del Reiki. Si tus manos están cálidas, tu corazón abierto y tu intención es amable, lo estás haciendo maravillosamente.
El Sentido de Todo Esto
Conectar con Reiki no va de rituales complicados. Va de construir confianza — esa certeza tranquila de que esta energía está disponible, de que fluye a través de ti, y de que puedes usarla para ayudar a otros.
Porque, al final, ¿para qué estamos aquí si no? Para sanar, acompañar, y aportar un poco más de luz al mundo — empezando por nosotras mismas.
Si mi propio viaje bilingüe, ligeramente obsesivo, me ayudó a encontrar claridad, espero que esto te ayude a encontrar la tuya.
Reiki no necesita complicarse. Solo te necesita a ti — calmada, centrada y dispuesta a presentarte.
Manos juntas. Corazón abierto. Respira. Ya estás conectada.
Prueba este Ritual de Conexión en 3 Pasos
Gasshō: Manos juntas, enfócate en la quietud.
Tanden & Joshin Kokyū-Hō: Respira sobre tu abdomen bajo, retén suavemente y deja que la energía circule por todo el cuerpo.
Intención: Afirma en silencio: “Estoy conectada a Reiki para el bien más elevado.”
Eso es todo. Conexión oficial — sin contraseña cósmica necesaria. ✨